Un amante le estaba diciendo a su amada cuanto la quería, cuán fiel le había sido, cuanto se había sacrificado levantándose cada mañana al amanecer, ayunando, renunciando a riquezas poder y fama, todo por ella.
En su interior había un fuego, él no sabía de donde procedía pero le hacía llorar y derretirse como una vela.
" Has hecho bien", le dijo ella, pero escúchame, todo eso son los abalorios del amor, las ramas las hojas y los capullos." Debes vivir en la raíz para ser un auténtico amante"
- Y eso donde está, ¡Dímelo!
Has hecho todas las acciones externas pero no has muerto. Debes morir.
Al oír esto se tumbó boca arriba riéndose y se murió; se abrió como una rosa que cae al suelo y murió riéndose.
Rumi
No hay comentarios:
Publicar un comentario