El débil cuerpo
agonizando lento,
el alma fuerte y la
razón segura,
oigo cavar mi
humilde sepultura,
término y fin a
tanto sufrimiento.
Ya de la muerte las
caricias siento;
su beso frío, su
mirada dura:
se desmorona la
materia impura
al soplo helado de
su helado aliento.
Cansado de luchar,
sin esperanza,
sin fe, sin ilusión,
mi estéril vida,
juguete vano de la
aciaga suerte,
paso tras paso hacia
su fin avanza.
¿A qué más
retardar esta partida?
¡Si al cabo has de
venir, ven pronto, muerte!
Vicente
Ruiz Llamas (1866-1991)